PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

viernes, 26 de diciembre de 2025

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / Conclusiones 2



 En época tardo-andalusí, las fortalezas levantadas por el Estado y las edificadas por las
comunidades locales para su autodefensa acostumbran a presentar diferencias constructivas.

 A partir de época almorávide, las primeras son obras que presentan sólidas tapias de hormigón en los basamentos y zócalos mientras que el resto del alzado se hace con tapias de tierra calicostrada: este es, por ejemplo, el caso de las fortalezas y almunias levantadas por Ibn Mardanīš en Monteagudo a mediados del siglo XII. 

Durante esos mismos años, las fortalezas levantadas en los ḥuṣūn del medio rural estaban
generalmente constituidas por basamentos de mampostería tomada con mortero bastardo y alzados de tierra, como se puede comprobar en las alcazabas de Siyāsa (Cieza) o Sierra (Tobarra). No obstante, también consta la existencia de fortalezas campesinas levantadas con tapial desde su arranque, en estos casos no cambia la técnica fundamental, pero sí los materiales constituyentes de las tapias, como por ejemplo el castillo del Río de Aspe (Alicante) o el de Alpera (Albacete). 

Por consiguiente, si el castillo de Isso primigenio fuera andalusí, desde el punto de vista técnico podría ser una obra construida tanto por iniciativa estatal como por la comunidad campesina.

Cabría también la posibilidad de que se tratara de un castillo construido inmediatamente después de la conquista. En este caso, podría ser una fortaleza-residencia señorial, aunque las dimensiones parecen a todas luces excesivas para este propósito; o


bien, podría tratarse del recinto fortificado de una puebla o pequeño concejo cristiano de nueva creación, del tipo que encontramos en poblaciones relativamente próximas como Socovos o Taibilla (Navarro, Jiménez, 2009, pp. 734-737).

El análisis territorial nos ha permitido aproximarnos a las peculiaridades del poblamiento del término de Isso en la Edad Media, algo fundamental para interpretar adecuadamente la propia fortaleza, de acuerdo con las hipótesis planteadas previamente. Gracias a ello, sabemos que el pequeño núcleo habitado en torno al castillo se ha servido

tradicionalmente de la fuente situada 3 km al norte de la población actual. 
Este manantial se dividía mediante partidores de los que arrancaban acequias que irrigaban los pagos asociados a pequeñas aldeas o “barrios” que jalonan el territorio en un número en torno a las tres decenas.
 Otras fuentes como la Pestosa, la del Hilo de Polope y la de las Mercedes, irrigaban los heredamientos de otras alquerías, conformando así un poblamiento relativamente intenso, aunque disperso, que podría explicar la monumentalidad de la fortaleza objeto de este trabajo, de tamaño y extensión demasiado considerables si solo estuviera en relación con el caserío que la circunda. 
A la luz de la información arqueológica de que actualmente disponemos del castillo de Isso y de las prospecciones de su territorio, así como del análisis de los modelos que se han podido estudiar en el entorno, propondremos una hipótesis acerca de su evolución histórica.

 El poblamiento disperso del territorio de Isso, a base de pequeñas alquerías o “barrios”
que conocemos bien a partir de la documentación posterior a la conquista cristiana, creemos que estaba condicionado por la geografía del término, dividido en vallejos y pequeñas vegas paralelas que se extendían de norte a sur, por los que circulaban las aguas de varias fuentes, esta disposición del territorio creemos que también determinó el patrón de poblamiento en época andalusí. 
Junto a la vega más importante se situaría la alquería mayor, en torno a una muela que facilitaba su defensa y la de los otros núcleos menores del territorio. Quizás también aquí se situaba un oratorio que seguramente también daba servicio como mezquita aljama rural a todas las alquerías.
 En cualquier caso, es necesario reconocer que, en el estado actual del conocimiento, no existe evidencia arqueológica alguna de esta alquería andalusí asociada a la fortaleza.

jueves, 25 de diciembre de 2025

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / Conclusiones 1

 

Conclusiones:


Hasta el momento de comenzar la investigación, solo se sabía de la existencia de las dos torres contiguas y el comienzo de los dos muros adosados a ellas; del resto de la fortaleza todo se ignoraba, aparte de alguna vaga noticia de la existencia de muros antiguos en alguna vivienda de las que componen la manzana del castillo (Simón, 2011, pp. 196-198). Es por este conocimiento parcial que se tenía que popularmente ni siquiera era identificado como un castillo, sino que se le denominaba como la Torre de Isso.


Gracias a los trabajos exhaustivos de arqueología de la arquitectura, llevados a cabo en todas y cada una de las viviendas y solares que componen la manzana, ahora sabemos que, en realidad, esos restos no son sino la cuarta parte de una fortaleza de dimensiones mucho mayores, de planta aproximadamente cuadrangular con unos 44 m de lado, con torreones en las esquinas y con otros menores situados en el centro de, al menos, tres de sus lados. 


A pesar de que hemos conseguido identificar, en buena medida, el perímetro del edificio, quedan por definir algunos puntos y aclarar determinadas cuestiones importantes, como todo lo relacionado con el acceso o accesos, la disposición exacta del frente oriental, así como la relación con el castillo de un aljibe situado fuera de su perímetro.


Otro de los avances que hemos logrado en el transcurso de esta campaña ha sido llegar a saber que la fortaleza no se levantó en un único momento, sino que, al menos, hubo dos fases constructivas bien diferenciadas: la más antigua a base de basamentos de calicanto y alzados de tapiería calicostrada, y la más reciente compuesta por tapias de hormigón


. Esta última podría coincidir en buena medida


con las dos torres y con los lienzos de muralla a ellas asociados. También se ha detectado, especialmente con motivo de las intervenciones arqueológicas realizadas en el frente septentrional, la existencia de una fase tardía, consistente, básicamente, en el forro de las fábricas originales mediante obra de tapia de hormigón. 

No hay conexión entre estas reformas y la construcción de las dos torres y los lienzos asociados del ángulo sudoccidental del castillo, por lo que no sabemos si ambas corresponden a un mismo momento o no.


 Por tanto, después de la construcción original hay evidencias de varias reformas en el perímetro del castillo, las más importantes son las dos comentadas, pero no sabemos si ambas reflejan dos momentos constructivos diferentes o si se trata del mismo.



En cuanto a la cronología de las fases del castillo y, lógicamente, a su interpretación histórica, también hemos logrado avances, aunque persisten dudas importantes.

Sabemos, en líneas generales, que las dos o tres etapas han de situarse entre los siglos XII y XIV, aunque no podemos afinar mucho más por falta de datos, y esto es importante porque de ello depende la adscripción de cada una de ellas a época andalusí o cristiana. 

Se han tomado muestras para análisis de Carbono 14 de maderas y hueso procedentes de la torre del ángulo suroeste, que sería en principio de la fase más tardía, y hasta el momento contamos con tres dataciones: 2 de ellas (maderas) ofrecen una fecha de entre 1090-1250 y la tercera (hueso) de 1270-1390. Por


consiguiente, y a falta de que se nos faciliten los resultados de los análisis del resto de las muestras que son la mayoría, esta aproximación a la cronología absoluta del edificio no está proporcionando resultados concluyentes.


Técnicamente, el empleo del tapial para fabricar muros de hormigón se desarrolló durante toda la Edad Media a partir de fines del siglo XI sin cambios significativos, por lo que el análisis de la técnica constructiva no nos facilita avanzar en este sentido.

sábado, 20 de diciembre de 2025

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / 40

 

En este momento se repiten operaciones de trasdosado, pero ya no de muros sino de
espacios. 

Aparece una nueva necesidad de superficie doméstica junto a una vocación de aprovechamiento y reutilización que cambian la lógica de las intervenciones: sobra espesor de muro y se ambiciona espacio, lo que antes era exterior que había que proteger ahora se convierte en elemento interior, privado, y se manipula casi sin limitación.

La muralla subsiste en la medida que sigue siendo útil y, en la mayoría de los casos, fue como pared medianera (Figs. 26 y 31). 

En los tramos en los que no es demolida, se la reduce al mínimo indispensable para asegurar una capacidad de carga adaptada a las nuevas necesidades. 

Cuando no se le adosan casas por el exterior, sus alzados son eliminados, como sucede en su flanco occidental, concretamente en los frentes de las casas que allí se abren (parcelas 2 y 14) (Fig. 53).

La pervivencia de aspectos culturales asociados a una tradición constructiva relacionada con el entorno y sus recursos,hizo que las nuevas edificaciones se basaran en el uso de la tierra y el empleo, ininterrumpido, de la tapiería, junto con la madera, el yeso y, excepcionalmente, la cerámica.


Las nuevas casas, última etapa en la evolución de la fortaleza, no la redujeron a la condición de despojo sino que escribieron una nueva página de su historia, con toda la riqueza de una cultura popular que, aunque en declive,mantiene una débil llama en los hogares que, apenas, subsisten (Fig. 54).



viernes, 19 de diciembre de 2025

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / 39

 

En el extremo noroeste de la manzana, no se ha podido constatar que guarde continuidad en las hiladas de tapia, debido a que no ha sido posible analizarlo por estar enlucido.

 



La reforma castellana, no sólo debió suponer el refuerzo o reparación de estructuras anteriores, sino que sirvió para delimitar un sub-recinto con límites precisos y funcionamiento independiente.

El escaso desarrollo de los lienzos de muralla anexos a los torreones creemos se debe a que formaron parte de la reforma medieval cristiana que sustituyó, en este sector, a la fortificación primigenia, entestado la nueva obra a dos torreones, preexistentes e intermedios, que posteriormente fueron destruidos con el resto de la fortaleza antigua. 

Sin embargo, como hemos apuntado, la naturaleza del tramo de muralla sur, al este de la torre pequeña, puede ser diferente.

El hecho de que este sector se haya mantenido hasta nuestros días, apoya la interpretación de que se trata de la última gran reforma, adecuación y mejora de la fortaleza, que perduró convertido en casa ligada con la aristocracia local.



   Evolución constructiva de la fortaleza: 

A partir de los datos recabados mediante la documentación escrita y, sobre todo, arqueológica, podemos proponer tres grandes fases para explicar la evolución constructiva del espacio en el que se construyó la muralla de la fortaleza. Este proceso debe entenderse como una sucesión de trasdosados cuyo desarrollo empezó con el recorte y forrado de la base rocosa, pasando por la sucesiva construcción de murallas, las cuales reutilizaron o demolieron la muralla sobre la que, en un principio, se fueron adosando. 


Primera fase


Hemos comprobado que para su edificación se escogió un pequeño cerro situado en el punto en el que confluyen el camino de Hellín - Elche de la Sierra y la acequia proveniente de la Fuente de Isso. 

Hecho el replanteo de la fortaleza, se procedió a recortar el sustrato geológico generando así un escalón que proporcionaba mayor altura a los futuros alzados de las murallas y, por tanto, mejores condiciones de defensa, así como una imagen más intimidante. 

Ante la naturaleza de la roca calcarenita de este promontorio y su posible vulnerabilidad por
resultar fácilmente excavable y deleznable, se acometió una operación constructiva de forrado de los recortes realizados en el sustrato rocoso. 

A continuación,se emprendió la construcción de la muralla, que se complemento con la incorporación de torres o bastiones que aumentaban la defensa al agrandar el espesor y proporcionar puntos de flanqueo (Fig. 28 y 36).




Segunda fase.


La necesidad posterior de mejorar las cercas, repararlas, o agrandar el perímetro, generó un segundo trasdosado. 

De esta forma los muros se hicieron más gruesos y, por tanto, con mayor estabilidad, reforzando las partes que más se verían afectadas por la humedad de capilaridad y de drenaje del promontorio rocoso, haciéndose a su vez más resistentes ante posibles impactos. 



El ensanchamiento de los muros habría provocado el relleno de los espacios entre torres, de manera que el funcionamiento táctico del sistema debería conllevar, no sólo el aumento de espesor en los lienzos, sino la disposición de nuevas torres de flanqueo que podían disponerse en los mismos puntos o en otros nuevos. Sin embargo, la función de las torres emplazadas originalmente en el centro de los lienzos podría haber desempeñado una función meramente estructural como contrafuerte prescindiendo de la misión de flanqueo, hecho que podría explicar el por qué en el único caso donde han podido ser excavados sus restos -solar de la parcela 13-, la torre no se recreció al mismo tiempo que lo hacía la muralla (Fig. 29).

Este crecimiento a base de trasdosar las preexistencias tiene una ventaja adicional: la posición relativa de los diferentes puntos interiores sigue siendo la misma, de manera que puede cambiar la eficacia y prestaciones de la defensa, pero no necesariamente el orden interno.


 Una primera observación que se puede hacer al contemplar la planta de la fortaleza es el excesivo tamaño de sus torres de esquina, lo que permitiría plantear la hipótesis de que fueron recrecidas con un gran forro de tapia, mientras que las intermedias fueron embebidas por el mencionado forro. Hay datos que evidencian que las primitivas torres de esquina-torre noreste-, presentaban una fábrica de mampostería encofrada que posteriormente fue forrada con tapias de diferentes características -torre noroccidental- (Fig. 18).




Tercera fase.

 

Cuando la fortaleza perdió su sentido como defensa, entró en un estado de abandono y deterioro. 


Fue entonces, cuando sus murallas en unos casos sirvieron de cantera y en otros fueron reutilizadas, como estructuras sobredimensionadas, en las nuevas construcciones que terminaron conformando el barrio de la fortaleza (Fig. 52).


martes, 16 de diciembre de 2025

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / 38

 

La hipótesis de la puerta;


 La planta de la torre pequeña sugiere una perfecta entrada en recodo (Fig. 51). Pero dicho paso carecería de suficiente seguridad a no ser por el flanqueo que añade la gran torre de esquina.

Aceptada la función de puerta para el conjunto de las dos torres, la siguiente cuestión radicaría en discutir cómo se accedía y con qué recursos defensivos se contaba.

 

¿Dónde se hallaría el primer hueco de entrada? 

En principio, no lo podemos saber sin excavaciones arqueológicas que ayuden a descubrir huellas de su construcción. 

El callejón que se forma entre las dos torres podría contar con un diafragma frontal o no, en caso de existir en ese punto la primera puerta.


Una vez en esa especie de desfiladero, fácil de defender desde ambas torres, nos podemos preguntar dónde se hallaría el siguiente hueco. 

Un hueco frontal en la muralla norte no es completamente descartable -hoy existe uno- pero, aunque perfectamente flanqueado y con posibilidad de hostigamiento vertical, supondría desaprovechar el recurso de un primer recodo. 

Parece que la entrada directa a una gran estancia en planta baja de la torre principal hoy existe un vano- tiene poco sentido, pues conllevaría el acceso directo a un enclave muy comprometido y vulnerable al fuego.


El muro occidental de la torre pequeña, a la derecha del ingreso, representa la tercera posibilidad. 

Paradójicamente, es el único paramento que, en la actualidad, no presenta ningún hueco pero, desde el interior de la torre, podemos apreciar cómo la mitad norte de ese muro está prácticamente hueca (Fig. 50). 


Si a esa circunstancia añadimos que la puerta que comunica la planta baja de esa torre con el interior de la fortaleza se halla en la esquina noreste, puede quedar dibujada una entrada perfecta en recodo: el primer paso se hace hacia la derecha, sin protección ante la guardia situada en la mitad sur de la sala; el segundo hacia la izquierda dando la espalda al cuerpo de guardia; tras ese segundo giro, por el momento, no podemos saber si hubo nuevos obstáculos y si el espacio estaría techado o se entraría a un patio descubierto, totalmente controlado desde los adarves (Fig. 51).

 

Como hipótesis, ese patio podría no tener toda la anchura que hoy encontramos sino, más bien, ser un espacio confinado por otras construcciones.

El complejo de puerta que acabamos de describir parece deberse a una reforma bajomedieval castellana, la última gran obra llevada a cabo en la fortaleza medieval. Con algunas modificaciones, fue el germen de la actual parcela 1. 

A dicha reforma se deben las torres y el lienzo oeste, no así, posiblemente, el lienzo oriental. 

Hay dos razones, al menos, que refuerzan lo que acabamos de exponer: el lienzo occidental y ambas torres presentan una continuidad casi perfecta en sus hiladas de tapia, además, los tres elementos se organizan con las mismas direcciones. 

Por el contrario, el lienzo oriental presenta otra dirección perpendicular a un tramo más antiguo existente


lunes, 15 de diciembre de 2025

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / 37



 El hueco inferior supone claramente, el traslado o alargamiento de una abertura bajo un hueco existente; de no ser así, no podríamos explicar que su dintel ocupe sólo una pequeña parte de la profundidad del hueco. 

Si los escalones interiores tenían que salvar la altura de, al menos, una tapia como hemos dicho, implicaría que el hueco de paso tendría su dintel a una altura aproximada de 4 tapias por encima del nivel de paso actual, el correspondiente al segundo piso de la torre grande.

No sabemos con exactitud cómo estuvo formalizado el espacio entre las torres en origen, sin embargo, la solución que allí se adoptó fue crucial desde un punto de vista defensivo. 

La única realidad comprobada, por ahora, es la presencia del muro norte como nexo entre las dos torres, pero habrá que seguir investigando sobre cómo se organizó este espacio. 


A continuación, expondremos tres opciones:

a)      La existencia de un adarve, como coronación del muro norte, comunicado con las dos torres. 

En este caso, para posibilitar con eficacia tanto la circulación como el hostigamiento vertical, se debía contar con una anchura superior a la que vemos en los adarves oeste y sur, y para ello era necesaria la presencia de un cadalso.



b)     Una solución complementaria de la anterior sería, aquélla en la que este adarve central se encontrara dentro de un espacio cerrado, es decir, con otro muro situado al sur que, incluyendo una primera puerta, delimitaron un espacio descubierto, pero totalmente controlado para su defensa. 

En esta solución, el adarve correspondiente al muro norte representaría una segunda línea de defensa)    

c)   La tercera opción consistiría en un

espacio entre torres totalmente construido y cubierto: cerrado por el sur con un muro, retranqueado con respecto a las esquinas de las torres, que incluiría la primera puerta

Este cuerpo central contaría, al menos, con un piso intermedio; el cual podría estar comunicado directamente con la planta baja de la torre pequeña, aunque esta relación parece una debilidad desde el punto de vista defensivo.

 La terraza de remate podría funcionar como un ensanchamiento entre adarves e, incluso,
estar proyectada, en voladizo, hacia el exterior.

La existencia de buhedera, buzones y cadalsos la podemos suponer, pero no descubrir en los restos conservados.

Fuera como fuera el espacio entre las torres, parece que tendría una cierta independencia constructiva (no de concepción) entre la gran torre oeste y el resto. 

Aunque se diera una continuidad funcional, el muro este de la torre grande se ve construido sin traba con el resto, tal como muestran sus mechinales y paramentos conservados. 

Esta independencia constructiva queda subrayada por una fisura casi vertical que recorre el encuentro entre la esquina noreste de la torre y el tramo de muralla que la une a la torre menor. 

El recurso de adosar, en vez de trabar, es utilizado habitualmente para evitar que la posible ruina de un elemento arrastre al otro.

domingo, 14 de diciembre de 2025

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / 36

 Escaleras, espacio intermedio y comunicación.

 ¿Cómo era la comunicación entre las diferentes plantas dentro de cada una de las torres? Hoy día son escasas las huellas y la mayoría de los vestigios se deben a reformas posteriores.

En la torre mayor no hay huellas apreciables, salvo unas señales en la cara interior del muro oeste, a nivel de un hipotético tercer piso. 

En la torre menor existen, en planta baja, algunos peldaños incluidos en el ancho del muro oeste y un gran tramo de escalera adosado al muro norte (Fig. 48).


 Todo ello parece incompatible con la función de puerta y con la disposición de un forjado apoyado en el muro norte; es decir, esas estructuras se deben a reformas posteriores, como quedan de manifiesto en algunas huellas de los pisos superiores.

Sin embargo, los edificios necesitan comunicación vertical. Se supone que existieron escaleras que relacionaron todos los pisos, al menos a partir del primero. 

Estas escaleras pudieron estar constituidas por estructuras simplemente adosadas o apoyadas, incluso, en algunos casos, ser móviles por motivos de seguridad. Todo apunta, aunque no podamos demostrarlo todavía, a que el espacio intermedio debió funcionar, entre otras misiones defensivas, como núcleo de comunicaciones con acceso directo desde el norte. 

A las dos torres se debería acceder tanto desde los adarves como desde el espacio intermedio.

En las dos torres, como hemos dicho, tenemos la evidencia de tres niveles aunque, muy probablemente, fueran cuatro. En la torre grande, la altura conservada es suficiente para acoger un tercer piso (cuarta planta); en la pequeña, el alzado de sus muros es menor, pero pudo tener una altura similar.



Necesariamente, alguno de los niveles debió estar en comunicación con los adarves; ese nivel se corresponde con el segundo piso -tercer nivel- en ambas torres: en la oeste hay una tronera que parece corresponder con la puerta de entrada desde el adarve occidental; en la este, se dibuja un hueco tapiado en contacto con la muralla oriental (Fig. 49). 

La diferencia de cota entre los adarves es de, al menos, una tapia, quedando por interpretar cómo y dónde se salvaba ese desnivel (Fig. 43)

Debido a la estrechez del espacio intermedio, parece lógico que los escalones necesarios para salvar el desnivel entre adarves deberían estar en el interior del segundo piso de las torres (de una o de las dos). La existencia de tres dinteles superpuestos en el muro este de la torre grande (Figs. 42 y 49), parece indicar que los escalones se hallarían en el interior de esta última. 



El hueco inferior supone, claramente, el traslado o alargamiento de una abertura bajo un hueco existente; de no ser así, no podríamos explicar que su dintel ocupe sólo una pequeña parte de la profundidad del hueco. 

Si los escalones interiores tenían que salvar la altura de, al menos, una tapia como hemos dicho, implicaría que el hueco de paso tendría su dintel a una altura aproximada de 4 tapias por encima del nivel de paso actual, el correspondiente al segundo piso de la torre grande.

sábado, 13 de diciembre de 2025

FORTALEZA MEDIEVAL DE ISSO / 35

 

Además del suelo de la planta baja, podemos ver la huella de dos pisos intermedios.

 Es posible que existiera un tercer piso que conserve sus improntas bajo los revestimientos que hoy existen. 

Cada una de las plantas presenta un hueco en su esquina noreste: el de planta baja interpretamos como producto de las reformas llevadas a cabo para convertir las torres en vivienda; el correspondiente al primer piso pudo existir desde el principio o ser añadido después; en el segundo piso sí debió de existir desde su origen (con sucesivas variaciones) para posibilitar la comunicación entre los adarves. 

En la torre pequeña no hay cajeados para alojar jácenas. Existen dos niveles de escalonamiento interior de los muros: en el inferior solo hay escalón en las paredes norte y sur que, en este caso, delimitan la longitud mayor y, por tanto, la más desfavorable; en el superior el escalón aparece en las cuatro paredes (Fig.48). 

Después, los muros no conservan más altura.

 Así, existen forjados homólogos en las dos torres, aunque sus niveles no coinciden: son más altos los correspondientes a la torre pequeña, apreciándose mayor diferencia en los forjados superiores.

El escalonamiento exclusivo en los muros norte y sur de la torre pequeña, a nivel de primer piso, sugieren, al menos, dos posibles razones: la existencia de una escalera en dirección sur norte, incompatible o, al menos, inadecuada con un forjado en dirección este-oeste; o bien, la existencia de una estructura intermedia en dirección este-oeste que, por una parte, disminuyera la luz del forjado dispuesto en dirección norte-sur y, por otra, crear un espacio diferenciado para la guardia. 

Actualmente existe una escalera en la que predomina su tramo adosado al muro norte de la torre (Fig. 48), incoherente con el forjado que debió apoyar en ese mismo muro. 

También podemos observar un poyo que se adosa al muro oeste (Fig. 50), coincidente con la ubicación del posible muro diafragmático.

viernes, 12 de diciembre de 2025

FORTALEZA MEDIEVAL ISSO / 34


Las torres.


El conjunto presenta una gran torre en el ángulo suroeste, que conserva casi la integridad de sus muros perimetrales, y una más pequeña al este de aquella, separadas por menos de tres metros (Fig. 37). 


Aunque sorprende que sus fachadas meridionales no se hallen bien alineadas, ambas se planificaron conjuntamente; prueba de ello es la correspondencia casi perfecta en sus hiladas de tapia; también su replanteo parece que fue una operación única (Figs. 43 y 44).


Considerando las dos torres como un conjunto, el muro oriental de la mayor materializa el eje de la planta. A ambos lados de ese muro, que adquiere un carácter central, se plantean sendos cuadrados (aproximados), incluso las diferentes particiones parecen responder a terceras partes (Fig. 45). Podemos imaginar que el replanteo se llevó a cabo en la superficie natural de la roca y que esta debía presentar desniveles; todo parece indicar - pese a que los niveles actuales de calles y calzadas oculten el firme de partida - que el punto más bajo se encuentra en la esquina suroeste; de esa manera, aunque en la base se dibujaran las alineaciones con mayor rigor geométrico, podrían haberse ido desfigurando en la elevación a causa de sucesivos retranqueos

Esta ordenación teórica podemos verla en algunos detalles: En la disposición de las vigas de la torre mayor, donde se conserva en planta baja la viga más occidental y el mechinal de la siguiente; ambas dividen la planta en los tres espacios que indicamos. En la siguiente planta se pueden observar los

 mechinales de las vigas (Fig. 46).

Al límite del primer tercio corresponde también la ubicación del lienzo de muralla oeste.

La ubicación del lienzo que se conserva adosado al muro este de la torre menor, también se corresponde, aproximadamente, con uno de los tercios de esta.

.


Los muros de la torre mayor son más gruesos, sin embargo, el espesor del muro norte lo comparte también con la torre menor.

La torre de esquina conserva una altura de 25 tapias, altura que coincide con la de otras torres de las que nos han llegado referencias documentales; mientras su muro norte se halla, prácticamente, con toda su altura, los otros tres fueron rebajados para construir un tejado, a un agua, con pendiente hacia el sur. 

De la torre pequeña no sabemos su altura total, debido a que fue muy transformada en obras realizadas en los años 80 del pasado siglo; en la actualidad tiene seis tapias menos que el muro norte de la torre grande (Figs. 43 y 44) y su última hilada está rehecha prácticamente en su totalidad.


Se conservan algunas saeteras cegadas en el muro oeste de la torre mayor (Fig. 47); las ventanas incluidas en posteriores reformas debieron destruir algunas saeteras en otros muros, aunque, posiblemente, se hayan conservado algunas jambas.

Las torres perdieron sus forjados originales. La suroeste está totalmente vaciada. En la oriental se construyeron, en los años 80, tres pisos, que se hallan inacabados. Ninguna de las torres tiene, actualmente, cubierta.

La situación de los forjados originales dejó una huella evidente: retranqueos interiores en los muros; estos escalones son útiles para dos cosas: por una parte, van disminuyendo la sección del muro con lo que supone de ahorro de material y de carga, por otra, sirven de apoyo a la estructura secundaria del forjado. Dichos retranqueos no se disponen de la misma manera en ambas torres.

En la torre grande, el escalón se construye en todo su perímetro interno; las vigas, como estructura primaria, tienen, lógicamente, la menor luz posible, es decir, la norte-sur; no se apoyan en el escalón sino que se enrasan con él mediante un cajeado; mientras que las vigas son escuadradas, las viguetas que han llegado hasta nosotros, como elemento conservado o como impronta, son rollizos que se apoyan en los escalones situados al este y al oeste y en las jácenas (Fig. 46).