PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

viernes, 11 de agosto de 2023

NO FUE FÁCIL..1


PASADA LA GUERRA CIVIL:

En la libreta origen de estas reflexiones, hago mención, al oscurantismo y  manera autoritaria, que nuestros padres ejercían sobre sus hijos.

En mi casa, nunca se hablaba de la recién acabada   guerra.

Pasados los años 50, la situación de mí familia empezó a mejorar, debido a que tres de mis hermanos trabajaban con cierta regularidad, aportando a la familia  sus salarios.






Paso a relatar los recuerdos sobre mis primeros temores de adolescencia.


 "Nuestra mula" , animal fuerte y corpulento se hizo espantadiza como consecuencia de la pérdida de vista del ojo izquierdo, los ruidos que oía pero no veía, le ponían nerviosa y difícil de controlar.


 Recuerdo las curas que mi padre y mis hermanos le hacían con una especie de sal azul que vertían por medio de un soplo, para que cayese en el  ojo, el animal reaccionaba con brincos y cabriolas que  a mi padre y mi hermano Juan  les ponía en aprietos para controlarla.


 No fue posible que recuperaré la vista, de modo que los ruidos procedentes de la parte oculta le producían arranque peligrosos y yo fui uno de sus primeras  víctimas.
 Recuerdo, que recién sacada de la cuadra en la misma puerta de casa, ambas estaban adosadas, mi hermano Juan  me ayudó a  montar a pelo y al momento debido a causas que no recuerdo, dio un salto parecido a los toros de los rodeos americanos y allí quedé yo en el aire acabando en el suelo supongo que mis doce años evitarían consecuencias físicas, pero  nunca mas volví a montar en su lomo.


 Esta cuestión da una idea de mis miedos... quizá otro más  atrevido  habría salido motivado y  con la intención de dominarla, en mi caso no volví a intentarlo,  ni en sus días más duros, cuando acababa agotada, despues de un duro día  tirando de vertedera o arado.

 Otra de las cuestiones que recuerdo con cierto espanto eran las tormentas y en especial por las noches, tal vez el motivos fuese las escenas de pánico que se vivían en los veranos, cuando las hortalizas estaban para recoger, y el granizo amenazaba con desgraciar  el trabajo del año, y con ello, el sustento familiar.
Recuerdo a mi madre haciendo ruegos a la virgen a la vez que ponía las trébedes en cruz y lanzaba  puñados de sal a la calle, eran parte de los muchos rituales que desplegaban unas gentes atemorizadas por las consecuencias de un infortunado pedrisco.
También recuerdo a mi padre cuando hacia la aparición el granizo, acordándose de los santos, pero no en agradecimiento.
En los meses de Julio y Agosto el peligro de granizada  era máximo.

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