PASADA LA GUERRA CIVIL:

En mi casa, nunca se hablaba de la recién acabada guerra.

"Nuestra mula" , animal fuerte y corpulento se hizo espantadiza como consecuencia de la pérdida de vista del ojo izquierdo, los ruidos que oía pero no veía, le ponían nerviosa y difícil de controlar.
Recuerdo las curas que mi padre y mis hermanos le hacían con una especie de sal azul que vertían por medio de un soplo, para que cayese en el ojo, el animal reaccionaba con brincos y cabriolas que a mi padre y mi hermano Juan les ponía en aprietos para controlarla.
Recuerdo, que recién sacada de la cuadra en la misma puerta de casa, ambas estaban adosadas, mi hermano Juan me ayudó a montar a pelo y al momento debido a causas que no recuerdo, dio un salto parecido a los toros de los rodeos americanos y allí quedé yo en el aire acabando en el suelo supongo que mis doce años evitarían consecuencias físicas, pero nunca mas volví a montar en su lomo.
Esta cuestión da una idea de mis miedos... quizá otro más atrevido habría salido motivado y con la intención de dominarla, en mi caso no volví a intentarlo, ni en sus días más duros, cuando acababa agotada, despues de un duro día tirando de vertedera o arado.
Recuerdo a mi madre haciendo ruegos a la virgen a la vez que ponía las trébedes en cruz y lanzaba puñados de sal a la calle, eran parte de los muchos rituales que desplegaban unas gentes atemorizadas por las consecuencias de un infortunado pedrisco.
También recuerdo a mi padre cuando hacia la aparición el granizo, acordándose de los santos, pero no en agradecimiento.
En los meses de Julio y Agosto el peligro de granizada era máximo.
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