Gobernados por los impulsos naturales ,como todos los seres vivos, estamos condenados a tener que trabajar para conservarnos.
Hijos de la curiosidad, intentamos superarnos, aprendiendo para elegir el camino correcto, sin embargo dudamos.¡ Dudamos !... Llenando nuestra mente de un diálogo continuo, en el que las ideas no se aclaran, sino que cada vez se enturbian más, hasta que el galimatías interior se hace tan rutinario y tan permanente, que funciona como un mecanismo sonoro, que nos aturde nos dormita, y nos hace perder la consciencia.
Llevándonos al caos y a la ansiedad, al no saber que hacer, al no saber a quién preguntar, al no tener brazos en los que echarnos, más que en los de otro huérfano dubitativo.
El mundo lo estamos llenando de huérfanos de tercera edad, cogidos a la cadena de una mascota y aferrados a su última oportunidad de afecto sincero y demostrable a cada momento.
A mis mas de seis décadas, me cuesta saber que nos pasa, para alejarnos de todos aquellos que un día han formado parte importantes en nuestras vidas, hasta el punto, que cuando nos damos cuenta estamos vacíos de afecto, y pasamos a estar convencidos de que nada merece la pena.
¡¡ O tal vez si !!.... Un sistema, que como un agujero nos está engullendo, en una madeja de frivolidades consumistas, convirtiendo a una buena parte de la tercera edad, en meros espectadores aislados y solitarios.
¿Mi generación, ha llegado tarde al mundo de la comunicación ?
¿ Acaso mi generación esta llena de contradicciones y prejuicios ?
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