PASADO

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LA SOBERBIA TIENE UNA HIJA Y ES LA INGRATITUD, (EL QUIJOTE)

jueves, 23 de noviembre de 2023

DROGA / 2 de 2


 Recuerdo sus  dos primeros meses adaptado al trabajo, y albergue la esperanza, que quizá habríamos llegado a tiempo de evitar lo peor, y así  lo comente a ambos, a lo que su familiar me respondió, que era  pronto para ser optimista. 
Lo que sucedió hasta el 22 de mayo que se le dio de baja, fue un querer y no poder. 
A partir de enero, rara era la semana que no me pidiera algun permiso, accedí al principio con una explicación verbal, pero como se repetía demasiado, opté por pedirle un justificante por escrito y firmado, del lugar al que tenía que ir

Eran las diez de la mañana  de un lunes y  me confesó llorando, que tenía problemas con la droga, y que hacia un un par de días  que su mujer le había abandonado.
 Le escuche como si no supiera nada.

En principio le hice saber, el aprecio que tanto los compañeros como yo le teníamos, y  que eso se lo había ganado él, pues nadie sabíamos nada,  por tanto ya que  había sido sincero conmigo, lo menos que podía hacer era ayudarlo a que se curase, y que por muy complicado que fuese el recorrido, nunca se arrepentiría. 
Le recordé ,que a su edad (unos 30 años), tenía toda una vida por delante, y una compañera, (su esposa), que  también le ayudaría

 En algunas charlas, en la que intentaba hacerle comprender, que si no rectificaba el resultado sería grave, tuve la sensación, que era consciente del peligro que estaba corriendo, y sabía que si no rectificaba su futuro podía ser horrible,  pero que no tenía fuerzas para dejarlo. 

También me decia, que agradecia mi ayuda, pero que sabía, que volvería vivir días, en los que no podría ejercer ningún dominio ni control de sus actos o  responsabilidades, porque se volvería a ver arrastrado por un tenebroso poder, cayendo en el mundo engañoso de lo irreal.  
Me dejó confuso y decepcionado, no acababa de entender, como, una persona que razona y comprende su problema, no es capaz de modificar el rumbo.
Por último, un lunes al poco de llegar a la obra, me dijo, que tenía que marcharse, llegó el jueves y no había llamado. 
Viendo el cariz que tomaba la situación, hable con mi jefe de obra, haciéndole comprender el riesgo que estábamos asumiendo, si le pasaba algo, y de inmediato se le dio de baja, el motivo, ausentarse del trabajo varios días.

 
Fue para mi una amarga experiencia, o especie de fracaso, porque me lo tomé como un reto personal.

Durante el recorrido de toda esta situación, tuve informado en cada momento a su familiar y al jefe de obra. 

En mi cerebro quedo gravado, las amargas consecuencias de la droga, cara demacrada, mirada en ninguna parte y  encadenado a las luces y las sombras de su propia tragedia.

Unos años despues supe ,que continuaba  librando su particular tragedia.   

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