
Lo que sucedió hasta el 22 de mayo que se le dio de baja, fue un querer y no poder.
A partir de enero, rara era la semana que no me pidiera algun permiso, accedí al principio con una explicación verbal, pero como se repetía demasiado, opté por pedirle un justificante por escrito y firmado, del lugar al que tenía que ir
Eran las diez de la mañana de un lunes y me confesó llorando, que tenía problemas con la droga, y que hacia un un par de días que su mujer le había abandonado.
Le escuche como si no supiera nada.

Le recordé ,que a su edad (unos 30 años), tenía toda una vida por delante, y una compañera, (su esposa), que también le ayudaría

También me decia, que agradecia mi ayuda, pero que sabía, que volvería vivir días, en los que no podría ejercer ningún dominio ni control de sus actos o responsabilidades, porque se volvería a ver arrastrado por un tenebroso poder, cayendo en el mundo engañoso de lo irreal.
Me dejó confuso y decepcionado, no acababa de entender, como, una persona que razona y comprende su problema, no es capaz de modificar el rumbo.

Viendo el cariz que tomaba la situación, hable con mi jefe de obra, haciéndole comprender el riesgo que estábamos asumiendo, si le pasaba algo, y de inmediato se le dio de baja, el motivo, ausentarse del trabajo varios días.
Fue para mi una amarga experiencia, o especie de fracaso, porque me lo tomé como un reto personal.
Durante el recorrido de toda esta situación, tuve informado en cada momento a su familiar y al jefe de obra.
En mi cerebro quedo gravado, las amargas consecuencias de la droga, cara demacrada, mirada en ninguna parte y encadenado a las luces y las sombras de su propia tragedia.
Unos años despues supe ,que continuaba librando su particular tragedia.
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