Nadie
afirma que la vida sea sencilla y no entrañe sus dosis de dolor, pero se puede
estimular una actitud adecuada para enfrentarse a las circunstancias adversas
sin dejar ni un resquicio al desánimo e incluso aprovecharlas para desarrollar
una comprensión vital profunda.
Hay que
madurar para salir del estancamiento interior, resolver los conflictos
internos, conciliar contradicciones y hallar la fuente interna del bienestar.
Aunque las experiencias de la vida lleguen a ser negativas se puede mantener
interiormente un espacio reservado para la paz y el equilibrio; así cuando los
acontecimientos externos sean dolorosos o difíciles, todavía se puede ejercer
poder y control sobre el yo interno.
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