Hasta que mis padres me reclutaron para la agricultura:


Custodio), situado a la izquierda de la barbería, y según el dinero que me quedaba, lo invertía en rellenarlo de anchoas, sustituyéndolo por la merienda de casa.
Procuraba tenerlo en secreto, para que no indagasen de dónde sacaba el dinero.
En casa, mi madre, cada dos o tres semanas, llenaba la artesa de panes morenos enormes, hechos con harina propia y en nuestro horno, ¡ocurría!, que acostumbrado a comer siempre pan con mucha moya y de varias semanas, los chuscos blancos recién hechos con anchoas, me sabían a gloria.
Es curioso, que con el paso del tiempo, en alguna ocasión, hecho de menos una buena rebanada de aquel pan.
Es curioso, que con el paso del tiempo, en alguna ocasión, hecho de menos una buena rebanada de aquel pan.
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