Existe un sentimiento voraz y depredador, sinónimo de un alma apiñada y encogida, es una sensación que dicen, carcome hasta los huesos… Te impide deleitarte y disfrutar de aquello que eres y más allá de eso te instiga a la avaricia, raíz errónea de la sana competencia, ese sentimiento terrible que llamamos envidia, ese sentir insaciable, fuente de muchas obsesiones que termina destruyendo al otro y consumiendo al que lo siente.
Desde Caín y Abel, la diferencia de carácter y preferencias nos identifican con ellos de alguna manera. En algún momento de nuestra vida pudimos estar en los zapatos del uno o del otro, un Abel de corazón tierno y compasivo o un Caín resentido, interesado y celoso…
Tenemos en la historia personas que han vivido a la sombra, que han crecido resentidos, quizás por falta de estímulos, quizás por una
sociedad injusta, quizás por el abuso desmedido del poder de otros, personas que se sienten víctimas de su situación económica, rechazados, quizás por una infancia llena de abusos y violencia o porque carecen de valores, de una educación que los impulse o simplemente porque están muy cómodos en su zona de confort, en fin a largo plazo nos encontramos con esta realidad, seres resentidos con la vida, la miseria, la fatalidad, el destino, que solo han fomentado y apuntalado el Caín que llevamos dentro, creando solo sentimientos de inconformidad y envidia al punto desgarrador de ya no querer realmente lo que el otro posee, solo quiere desprenderlo de aquello que tiene, convirtiéndose en un intolerante y frívolo agresor, poseedor de tanto veneno, cual ranita Dardo Dorada, el vertebrado más venenoso del mundo.
Tenemos en la historia personas que han vivido a la sombra, que han crecido resentidos, quizás por falta de estímulos, quizás por una
sociedad injusta, quizás por el abuso desmedido del poder de otros, personas que se sienten víctimas de su situación económica, rechazados, quizás por una infancia llena de abusos y violencia o porque carecen de valores, de una educación que los impulse o simplemente porque están muy cómodos en su zona de confort, en fin a largo plazo nos encontramos con esta realidad, seres resentidos con la vida, la miseria, la fatalidad, el destino, que solo han fomentado y apuntalado el Caín que llevamos dentro, creando solo sentimientos de inconformidad y envidia al punto desgarrador de ya no querer realmente lo que el otro posee, solo quiere desprenderlo de aquello que tiene, convirtiéndose en un intolerante y frívolo agresor, poseedor de tanto veneno, cual ranita Dardo Dorada, el vertebrado más venenoso del mundo.
Los efectos de la envidia y el resentimiento han penetrado a tal punto nuestra
sociedad que a veces da vergüenza formar parte de ella, se hace difícil vivir
con la desidia, la inconsistencia, la incapacidad y a veces la complicidad de
ciertas miradas.
Hay personas que sufren y se deprimen por el éxito, los bienes
e inclusive por la pareja del otro, sin calcular siquiera los esfuerzos, la
preparación, los sacrificios y quizás las lágrimas que se han derramado para
lograrlo.
Es difícil encontrar la tolerancia, la bondad y ni hablar de la humildad, el respeto casi se ha convertido en un mito, tan mito como la torre de Babel, porque es que pareciera que no nos entendiéramos, que cada grupo es un mundo con un lenguaje que no comprenden los otros.
¿Y qué hacer en este punto, cómo salimos de esto que parece un callejón sin salida?
Porque si pensamos que no existe salida o nada que podamos hacer, simplemente nada podrá movilizarnos, en cambio si tan solo existe un ápice de esperanza no pararemos hasta encontrar la solución.
La verdad es que estamos divididos desde tiempos muy remotos y la gran barrera que nos separa más que imaginaria es compleja y mucha veces nos limitamos a comprender y aceptar sólo aquello que es nuestro propio reflejo, en fin estamos atrapados y muchas veces sin coraje para lidiar y enfrentar estas barreras, de manera que muchas personas están pero como si no vieran, ni escucharan, ni les doliera lo que pasa a su alrededor, como si se sintieran sin voluntad, ni criterio para hacer cambios.
Se que es difícil comprender al principio, pero por más que tratemos de construir un mundo allá fuera sin hacer cambios internos, nada afuera cambiará…
Asume el 100% de la responsabilidad de tu vida, rehúsate a juzgar a otros, enfocare en ti, en lo que deseas, sino estas complacido contigo mismo estarás buscando en los demás eso que tú crees que te falta, quiérete, acéptate, detrás de la envidia esta la baja autoestima arrinconada y solitaria.
Es difícil encontrar la tolerancia, la bondad y ni hablar de la humildad, el respeto casi se ha convertido en un mito, tan mito como la torre de Babel, porque es que pareciera que no nos entendiéramos, que cada grupo es un mundo con un lenguaje que no comprenden los otros.
¿Y qué hacer en este punto, cómo salimos de esto que parece un callejón sin salida?
Porque si pensamos que no existe salida o nada que podamos hacer, simplemente nada podrá movilizarnos, en cambio si tan solo existe un ápice de esperanza no pararemos hasta encontrar la solución.
La verdad es que estamos divididos desde tiempos muy remotos y la gran barrera que nos separa más que imaginaria es compleja y mucha veces nos limitamos a comprender y aceptar sólo aquello que es nuestro propio reflejo, en fin estamos atrapados y muchas veces sin coraje para lidiar y enfrentar estas barreras, de manera que muchas personas están pero como si no vieran, ni escucharan, ni les doliera lo que pasa a su alrededor, como si se sintieran sin voluntad, ni criterio para hacer cambios.
Se que es difícil comprender al principio, pero por más que tratemos de construir un mundo allá fuera sin hacer cambios internos, nada afuera cambiará…
Asume el 100% de la responsabilidad de tu vida, rehúsate a juzgar a otros, enfocare en ti, en lo que deseas, sino estas complacido contigo mismo estarás buscando en los demás eso que tú crees que te falta, quiérete, acéptate, detrás de la envidia esta la baja autoestima arrinconada y solitaria.
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