COGIDA, MONDA, Y TUESTE DEL AZAFRÁN
Descrita la recolección y monda de la rosa en el capítulo anterior,
paso a describir el segundo y último, sobre una jornada de recolección de azafrán.
El pesado del azafrán recién mondado, era el siguiente paso, y uno de los más laboriosos.
Si no recuerdo mal, la onza
de azafrán mondada era al mismo precio, que el de la libra de rosa cogida.
Se depositaba en uno de los platos de la balanza el azafrán, y en el otro, los distintos elementos metálicos que
representaban las onzas, hasta que la aguja de la balanza quedase próxima a la vertical, para
ajustar se iban añadiendo en uno u otro plato, monedas como las de las fotos de abajo, para hacer peso justo.
Finalizado el pesaje, y acopiado todo el azafrán del día, se depositaba en
una especie de sábana, y se pasaba al siguiente capitulo.
Primero, se le daba un repase para quitarle algún hilo de espartin, pepita amarilla o pequeños trozos camisa blanca procedente de la rosa, antes de abrir.
Después se guardaba, anudando el trozo de tela, desde las puntas cruzadas, quedando preparado para el tueste.
De nuevo mi madre era la protagonista.
Hechas las
suficientes ascuas, normalmente con leña de olivo, se preparaba el brasero y
los ciazos, y estos eran recubiertos en su parte de la tela o tamiz, con un
pequeño espesor de azafrán, lo más esponjoso posible.
A continuación, se procedía
a calentar y procurando darle vueltas con frecuencia para que no se quemase.
El final era, una especie de tortas rojas muy
finas, de poquísimo peso, que se iban depositando en un lugar seco de la
cámara, sobre otra sabana, sin que se tocaran, donde estarían unos días, hasta su recogida definitiva, y guardado en el catre con llave.
La relación entre rosa y azafrán preparado para la venta.
Se necesitaban tres arrobas de rosa, para una libra de azafrán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario