Agosto de 1967, amanece:
CARRETERA HELLIN ISSO / ARBOLEA DEL LOBICO |
Un burro quejumbroso por el madrugón se encarga de anunciarlo con un sonoro rebuzno.
Los esparteros preparan el ato.
Mi mula se muestra inquieta, y con las manos delanteras golpea las losas de la cuadra, reclamando avena o cebada mezclada con paja,
TIENDA DEL PEQUEÑUSO/ ENCARNA Y ROGELIA HIJA |
Buena parte de las casas del barrio fueron
construidas en un pequeño desnivel del terreno, las fachadas
quedaron alineadas
formando una calle denominada “callealante”, y en la espalda donde el terreno
era más alto, se ubican habitaciones y cuadras, previa excavación y vaciado
del terreno, de modo que la espalda de las viviendas quedaba un metro y medio hundidas, dé ahí, que las ventanas tuviesen que situarse tan
altas.
ROGELIA Y MI MADRE AL FONDO ENTRANDO A CASA |
Dos camas antiguas, sobre
las que cuelgan cordones eléctricos, con sendos interruptores, que se unían para
llegar a la única bombilla, colgada del centro del techo, un par de perchas, una
mesilla y una especie de aparador, con varios cajones era todo el mobiliario.
Mi madre abre la puerta
y exclama, ¡¡Antonio; ¡El padre está sacando el carro!
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