El viento de la vida me empuja, entre enredos de arbustos, bajo altos pinos, la tenue luz de la luna se abre hueco.
Pequeños hilos de agua cristalina que arrastran hojas muertas, en un suelo laberíntico de seres
microscópicos.
Es la magia de la noche, que transcurre entre el último suspiro
del atardecer, y el alba del nuevo día.
Historias y
más historias que se enrollan en un absurdo círculo de falsa vanidad.
Esperpéntica manifestación de personas
mediocres, recreándonos en las más ridículas e indecentes payasadas, que subidas a
redes sociales, buscan su momentos de gloria, opinando de todo y coleccionando
los "me gusta", como triunfo de ego repulsivo.
Vivimos en
un entorno informativo tan subjetivo, que amenaza con convertirnos en enterados, estúpidos, y soberbios trastornados.
Nuestro camino se convierte en agónico y
tormentoso, a la vez que nos atrapa en pensamientos relacionados, con nuestros heredados enfrentamientos.
Buena parte de la sociedad, ¡entre los que me encuentro!, asistimos perplejos y preocupados al deterioro de valores imprescindibles, como la concordia. Para que desde la humildad y el humanismo, se desmonte la alocada carrera hacia ninguna parte, donde nos encontramos inmersos.
¡Creo! . Que si continuamos agitando nuestras vidas, con humo de literatura barata y gloria de payaso, mas pronto que tarde alguna generación, pagara las consecuencias. (No me incluyo, porque mi edad ya es avanzada)
Cuando pienso en profundidad, sobre las consecuencias a que nos podría abocar, un silencio desconcertante y angustioso me paraliza, y me amarga el aliento.
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