Es una pena
Dar pena no es lo mejor.
Buscar dar pena es lamentable.
Puestos a sentir algo por alguien no es lo preferible que sea pena.
No es cuestión de desear ni padecerla, ni darla, ni tenerla.
La alternativa no es ni la impiedad, ni la desconsideración, ni la indiferencia.
Se trata simplemente de no limitarnos a pensar que, como ya nos hemos conmocionado con el pesar ajeno, somos generosos y cordiales.
No faltan quienes gestionan y trajinan con el penar y buscan generar estados de ánimo que acaben siéndoles rentables.
No faltan quienes gestionan y trajinan con el penar y buscan generar estados de ánimo que acaben siéndoles rentables.
Sin duda hay quienes precisan nuestra atención, nuestra comprensión, nuestra solidaridad, nuestro cuidado, incluso más allá de lo que cabe ser descrito, y no con arrogante conmiseración.
Las situaciones pueden llegar a ser de tal alcance y el rayo de la vida producir efectos tan intensos, implacables y desconcertantes que, de hecho, se encuentran paralizados por sus consecuencias incluso quienes en principio no son directamente afectados. Y no sabemos ni qué hacer. Entonces, la pena parece un recurso que puede traer sus alivios, sobre todo para el que la siente.
Pero no es cuestión de refugiarnos en ella. Ni de ampararnos en la lástima
En el extremo, la pena puede servir como una excusa para la inacción. Y en tal caso, en lugar de proceder según criterios de verdad y de justicia, por muy confusos que estos nos resulten, nos movemos exactamente sin movernos, es decir, procedemos a no actuar, motivados por la pena.
Podría ocurrir entonces que dejáramos de intervenir, es decir acabáramos contribuyendo al estado de cosas en una suerte de complacencia en la que cada cual cumpliría con su labor.
En el extremo, la pena puede servir como una excusa para la inacción. Y en tal caso, en lugar de proceder según criterios de verdad y de justicia, por muy confusos que estos nos resulten, nos movemos exactamente sin movernos, es decir, procedemos a no actuar, motivados por la pena.
Podría ocurrir entonces que dejáramos de intervenir, es decir acabáramos contribuyendo al estado de cosas en una suerte de complacencia en la que cada cual cumpliría con su labor.
Esta pena paralizante produciría, sin embargo, toda una serie de discursos, de planteamientos, de análisis, de reflexiones que no pasarían de ser una mirada, cuando no una ojeada. Incluso la pena produciría una suerte de abrazo letal, al enclavar al otro en su situación, satisfechos con la aparente acogida a su estado.
A. VILLENA / OPINIÓN
Este fantástico artículo de A. Gabilondo, pone de manifiesto, que el ser humano es capaz de comprender lo que le rodea y manifestarlo, pero a la vez no actuar para corregirlo, porque somos tan arrogantes e hipócritas, que aprovechamos cualquier debilidad o traspiés de nuestros semejantes, para explicar nuestra conmoción y solidaridad, a sabiendas de que somos incapaces, de sentir aquello que decimos.
Solo en contadas ocasiones coinciden nuestras emociones y acciones, con nuestro verbo.
En este momento, se emite un programa en televisión capaz de arrancar ayuda real de televidentes, para necesitados, sin duda es un ejemplo a seguir.
Finalizo este dialogo conmigo. Advirtiendo, que hoy en día el concepto de "lastima" en una sociedad como la nuestra, no deja de ser una ofensa, en la mayoría de los casos. Ya qué es tan hipócrita como podamos imaginar, y lo único que busca es calmar nuestra mala conciencia, a la vez que potenciar nuestro ego oculto.
A. VILLENA / OPINIÓN
Este fantástico artículo de A. Gabilondo, pone de manifiesto, que el ser humano es capaz de comprender lo que le rodea y manifestarlo, pero a la vez no actuar para corregirlo, porque somos tan arrogantes e hipócritas, que aprovechamos cualquier debilidad o traspiés de nuestros semejantes, para explicar nuestra conmoción y solidaridad, a sabiendas de que somos incapaces, de sentir aquello que decimos.
Solo en contadas ocasiones coinciden nuestras emociones y acciones, con nuestro verbo.
En este momento, se emite un programa en televisión capaz de arrancar ayuda real de televidentes, para necesitados, sin duda es un ejemplo a seguir.
Finalizo este dialogo conmigo. Advirtiendo, que hoy en día el concepto de "lastima" en una sociedad como la nuestra, no deja de ser una ofensa, en la mayoría de los casos. Ya qué es tan hipócrita como podamos imaginar, y lo único que busca es calmar nuestra mala conciencia, a la vez que potenciar nuestro ego oculto.
En muchos casos, no deja de ser una arrogancia disfrazada, frente a las dificultades de los demás.
Quién no oye a diario la recurrente frase, no envío o dono a necesitados, porque quienes gestionas las ayudas se quedan con ellas.
Quién no oye a diario la recurrente frase, no envío o dono a necesitados, porque quienes gestionas las ayudas se quedan con ellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario